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SIN INTERSECCIONALIDAD EL FEMINISMO NO ES POSIBLE

  • Foto del escritor: Tatiana Duque
    Tatiana Duque
  • 31 ene 2018
  • 2 Min. de lectura

Las campañas Time´s Up y #MeToo significan un quiebre en la industria del arte, estadounidense y europeo, en la normalización del acoso y el abuso como producto de las jerarquias de poder que subyacen las de género. Que haya consecuencias para los abusadores es algo inédito en un gremio que se caracteriza por encubri


r los daños causados por el machismo y la misoginia, porque “si entras en la industria, sabes a lo que atienes”. Pero siempre hay un “pero”.


Después de los Globos Oro, leí varias opiniones de mujeres feministas y no feministas. Muchas de ellas se preguntaban por qué el movimiento no se había extendido, aún, a Latinoamérica. Luego de masticarlo, dejarlo enfríar y masticarlo de nuevo llegué a dos conclusiones: 1) Estamos en la construcción de feminismos propios y aterrizados en nuestras realidades sociales y culturales. Y 2) Hay algo que, en mi opinión, falta profundizar en el Time´s up: la interseccionalidad. La sociedad humana es jerárquica por excelencia. Las opresiones, discriminaciones y violencias que vivimos las mujeres no pueden ser analizadas sólo en razón de nuestro género. Entre nosotras también hay jerarquias que responden a condiciones raciales, sexuales, económicas, educativas y sociales. Por eso hablar de un sólo feminismo que nos abarque a todas, no alcanza.


Vivimos un momento histórico y somos parte de él. Y es así porque estamos recreando feminismos desde diferentes enfoques que representan nuestras realidades como mujeres latinoamericanas. Estos feminismos “criollos”, por así decirlo, son descoloniales, antineoliberales, antirracistas y resistentes al utilitarismo del sistema. Hay una constante discusión sobre cuál es la raíz del patriarcado y la necesidad urgente de un cambio de paradigmas. Para que haya un cambio sustancial y real, hay que desestructurar.


Existe algo dentro del discurso post-modernista que me hace ruido. Tal vez no baste con asumir que en toda sociedad anterior ha habido un patriarcado, que en el pasado la situación de las mujeres siempre fue peor y que si actuamos ahora en el futuro todo será diferente. El “actuar hoy” es una acción totalmente válida y necesaria, pero, ¿y si además desnaturalizamos el sistema binario y heteronormativo (en el que se sustentan las relaciones de poder varón-mujer) y lo reconocemos como una construcción social? ¿Y si comenzamos a modificar esa construcción social desde nuestro lugar? ¿Y si comprendemos que un mismo feminismo no le habla a todas las mujeres? ¿Y si cuestionamos nuestros privilegios? Estos son debates a los que el movimiento Times´up no responde, pero los feminismos latinoaméricanos sí.


Entender que la violencia y la opresión hacia las mujeres se ha dado no sólo porque hemos quedado relegadas al ámbito privado, el del hogar, sino que existe una experiencia histórica de mujeres para las que hubo, y hay, otro espacio capitalista y esclavista (el de la maquila, la fábrica, en el área de servicios, en el campo, en la trata de personas) nos da una luz para apostar por un feminismo interseccional que rechace cualquier analisis feminista desde una perspectiva identitaria y homogénea. Porque sin interseccionalidad, el feminismo no es posible.



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